Nuestro pequeño país, tan rico de solemnidad, es un país corrupto por el imperio aplastante del valor de cambio. Vivimos bajo el imperio de la mercancía. Somos el país mas profundamente capitalista de América latina, y también el mas profundamente subdesarrollado, si entendemos por ""subdesarrollo" algo distinto al mero "atraso". Se es subdesarrollado en la medida de que se es dependiente de lo material y lo espiritual. ¿Para que nos sirven los millones, sino para corrompernos cada día más?. El sistema de vida venezolano, en sus distintas manifestaciones es un sistema corrompido por el valor de cambio.
El valor de cambio es el eje de toda vida capitalista. Somos sociedad apuntalada sobre el valor de cambio, y de este valor dependen todas nuestras manifestaciones: nuestra economía, nuestra política, nuestra cultura, nuestras relaciones humanas, etc.
Lo que importa es hacer dinero, obtener prestigio y tener poder. A cambio de lo cual somos capaces de vender nuestra alma al diablo.
Son muy pocas las personas en nuestro país que comprenden la gravedad de este asunto, una de esas pocas personas es, por ejemplo, el ilustre economista D.F Maza Zavala, quién declaró a El Nacional (1978) lo siguiente:
"la corrupción, la delincuencia que se ha enseñoreado del país no es el efecto exclusivo de la abundancia o su acompañante inevitable, si no la enfermedad crónica de un sistema en el cual yodo tiende a resolverse con cantidades de dinero y en que los propios valores sociales y humanos han dejado de ser parámetros de la conciencia ética para convertirse en valores de cambio, sujetos a la oferta y la demanda" mas claro sólo hubiera podido hablar Marx como lo hizo en el Tomo I de "El Capital".
Los candidatos presidenciales cuya maquinaria de buen dinero son 4: Luis Piñerúa, Luis Herrera, José Vicente y Diego Arria. Unos más que otros, claro está, y las maquinarias emplean ese dinero en "vender" a sus candidatos como si fuesen salchichas, como si fueses simples mercancías y no hombres, es lo que han aprendido del sistema capitalista, que no hay que transmitir valores humanos y valores de uso, si no mercancías, imágenes, hasta el punto de que entran en competencia con los valores propios del mercado: los detergentes, las lavadoras, los refrescos. El candidato invita a gozar del futuro y el refresco a gozar del presente, a gozar "la realidad", como dice un slogan muy filosófico a pesar suyo.
Los candidatos dirán que a ellos en los personal no les gusta "venderse", y que ellos no son mercancía, pero que no les queda otro remedio que proceder así, si quieren triunfar, el sistema les impone las reglas del juego ¡Allá ellos! ¿Por qué no libran una batalla decidida tanto en lo personal como en lo público contra el sistema que les impone tamaña degradación? Se dirá que los candidatos que tienen menos dinero harían lo mismo si lo tuvieran, se venderían como salchichas, es posible pero lo dudo, al menos de uno o dos de ellos, para mi gusto ninguno de nuestros candidatos tiene un mensaje trascendental; pero creo que uno o dos de ellos sabrían si tuviesen dinero, proyectar una imagen menos mercantil, menos pantallera, menos demagógica. Todavía quedan uno o dos políticos que no están vencidos por el valor de cambio y que no son mentalmente subdesarrollados. No voy a citar nombres porque no quiero contribuir a "polarizar" mas un sector político cuya unidad me interesa. Aunque lo crea imposible, esto último no es un objeción no hay grande hombre, ni gran figura, que no haya sostenido en imposible. Son los grandes "majaderos" los que hacen la historia junto a los pueblos. Gracias al imperio del valor de cambio, nuestro país está prácticamente exento de dirigentes espirituales que hablen en nombre de los valores de uso ¿dónde están los intelectuales que con su pluma o su lengua les hagan ver a los políticos la corrupción en que están inmersos?. En ninguna parte. Todos están en sus puestos, en sus oficinas, en su burocracia, esperando ver quien gana para ponerse a su servicio. Todos tienen miedo, o mejor dicho casi todos, porque hay que admitir que quedan algunos que claman en el desierto. de resto, los únicos que se ocupan de entrevistar a los intelectuales, si este fenómeno, no se ocupan de entrevistar a los intelectuales sino a los políticos.
AL fin y al cabo -dirán- los políticos son también intelectuales. Pero se olvidan demasiado, a menudo que: la política es una actividad que , si bien presupone intelectualidad, no siempre supone inteligencia.
como decía Ortega el "político" y el "intelectual" no suelen ser mas que máscaras para ocultar la falta de inteligencia.
La economía se maneja aquí de acuerdo al valor de cambio. la política se maneja con criterio mercantil : los servicios públicos son suministrados o se prometen a cambio de votos o adhesión, los intelectuales están a la venta, la cultura es un amasijo de mercancías "bonitas", hasta las universidades están acusadas de corrupción.
¿Qué se puede esperar de todo esto?
Cuando se acabe el petróleo, cuando Caracas tenga que decretar su quiebra como ciudad, cuando todos los médicos del país estén en paro, cuando todas las carreteras estén llenas de huecos, cuando los presupuestos para la investigación científica y humanística se hayan reducido al mínimo, cuando los institutos y centros de cultura ya no cuenten con nadie que sepa decir las cosas claras, cuando la dependencia económica exhiba una vez más su garrote militar, entonces los venezolanos empezarán a comprender que la historia no perdona a los pueblos que, dominados por el valor de cambio, como antes por la esclavitud y el feudalismo pretenden eternizarse en la corrupción.
Programa radial: "La palabra libre"
El valor de cambio es el eje de toda vida capitalista. Somos sociedad apuntalada sobre el valor de cambio, y de este valor dependen todas nuestras manifestaciones: nuestra economía, nuestra política, nuestra cultura, nuestras relaciones humanas, etc.
Lo que importa es hacer dinero, obtener prestigio y tener poder. A cambio de lo cual somos capaces de vender nuestra alma al diablo.
Son muy pocas las personas en nuestro país que comprenden la gravedad de este asunto, una de esas pocas personas es, por ejemplo, el ilustre economista D.F Maza Zavala, quién declaró a El Nacional (1978) lo siguiente:
"la corrupción, la delincuencia que se ha enseñoreado del país no es el efecto exclusivo de la abundancia o su acompañante inevitable, si no la enfermedad crónica de un sistema en el cual yodo tiende a resolverse con cantidades de dinero y en que los propios valores sociales y humanos han dejado de ser parámetros de la conciencia ética para convertirse en valores de cambio, sujetos a la oferta y la demanda" mas claro sólo hubiera podido hablar Marx como lo hizo en el Tomo I de "El Capital".
Los candidatos presidenciales cuya maquinaria de buen dinero son 4: Luis Piñerúa, Luis Herrera, José Vicente y Diego Arria. Unos más que otros, claro está, y las maquinarias emplean ese dinero en "vender" a sus candidatos como si fuesen salchichas, como si fueses simples mercancías y no hombres, es lo que han aprendido del sistema capitalista, que no hay que transmitir valores humanos y valores de uso, si no mercancías, imágenes, hasta el punto de que entran en competencia con los valores propios del mercado: los detergentes, las lavadoras, los refrescos. El candidato invita a gozar del futuro y el refresco a gozar del presente, a gozar "la realidad", como dice un slogan muy filosófico a pesar suyo.
Los candidatos dirán que a ellos en los personal no les gusta "venderse", y que ellos no son mercancía, pero que no les queda otro remedio que proceder así, si quieren triunfar, el sistema les impone las reglas del juego ¡Allá ellos! ¿Por qué no libran una batalla decidida tanto en lo personal como en lo público contra el sistema que les impone tamaña degradación? Se dirá que los candidatos que tienen menos dinero harían lo mismo si lo tuvieran, se venderían como salchichas, es posible pero lo dudo, al menos de uno o dos de ellos, para mi gusto ninguno de nuestros candidatos tiene un mensaje trascendental; pero creo que uno o dos de ellos sabrían si tuviesen dinero, proyectar una imagen menos mercantil, menos pantallera, menos demagógica. Todavía quedan uno o dos políticos que no están vencidos por el valor de cambio y que no son mentalmente subdesarrollados. No voy a citar nombres porque no quiero contribuir a "polarizar" mas un sector político cuya unidad me interesa. Aunque lo crea imposible, esto último no es un objeción no hay grande hombre, ni gran figura, que no haya sostenido en imposible. Son los grandes "majaderos" los que hacen la historia junto a los pueblos. Gracias al imperio del valor de cambio, nuestro país está prácticamente exento de dirigentes espirituales que hablen en nombre de los valores de uso ¿dónde están los intelectuales que con su pluma o su lengua les hagan ver a los políticos la corrupción en que están inmersos?. En ninguna parte. Todos están en sus puestos, en sus oficinas, en su burocracia, esperando ver quien gana para ponerse a su servicio. Todos tienen miedo, o mejor dicho casi todos, porque hay que admitir que quedan algunos que claman en el desierto. de resto, los únicos que se ocupan de entrevistar a los intelectuales, si este fenómeno, no se ocupan de entrevistar a los intelectuales sino a los políticos.
AL fin y al cabo -dirán- los políticos son también intelectuales. Pero se olvidan demasiado, a menudo que: la política es una actividad que , si bien presupone intelectualidad, no siempre supone inteligencia.
como decía Ortega el "político" y el "intelectual" no suelen ser mas que máscaras para ocultar la falta de inteligencia.
La economía se maneja aquí de acuerdo al valor de cambio. la política se maneja con criterio mercantil : los servicios públicos son suministrados o se prometen a cambio de votos o adhesión, los intelectuales están a la venta, la cultura es un amasijo de mercancías "bonitas", hasta las universidades están acusadas de corrupción.
¿Qué se puede esperar de todo esto?
Cuando se acabe el petróleo, cuando Caracas tenga que decretar su quiebra como ciudad, cuando todos los médicos del país estén en paro, cuando todas las carreteras estén llenas de huecos, cuando los presupuestos para la investigación científica y humanística se hayan reducido al mínimo, cuando los institutos y centros de cultura ya no cuenten con nadie que sepa decir las cosas claras, cuando la dependencia económica exhiba una vez más su garrote militar, entonces los venezolanos empezarán a comprender que la historia no perdona a los pueblos que, dominados por el valor de cambio, como antes por la esclavitud y el feudalismo pretenden eternizarse en la corrupción.
Programa radial: "La palabra libre"
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